jueves, noviembre 05, 2009

La artificialidad y la transformación de las relaciones sociales


(ESTIMADOS COLEGAS COMPARTO CON USTEDES ESTE FRAGMENTO DE MI TRABAJO FINAL QUE ESTA RELACIONADO CON MI TESIS, OJALÁ SEA DE SU INTERÉS Y ME PUEDAN APOYAR CON SUS VALIOSOS COMENTARIOS)

Quizá Ana Cuevas no se percate de las implicaciones profundas antropológicas que implica concebir al ser humano como un ser transformador que produce artefactos físicos y biológicos. Para explicar cómo la artificialidad no sólo implica la creación de objetos el análisis de la artificialidad no puede quedarse en el estudio empírico de objetos aislados como lo hacen Cuevas y Negrotti, un cierto reduccionismo en el análisis explica porqué Cuevas no concibe a la piedra que utiliza el chimpancé para romper la cascara de una nuez como un artefacto aun cuando las evidencias antropológicas señalan que esa actitud fue el comienzo de la senda humana, Cuevas no entiende que la inserción social de un objeto para satisfacer necesidades sociales convierte a ese objeto en un artefacto, una piedra usada para detener una puerta es ya un artefacto porque cumple una función útil que sólo se explica por su subsunción a un mundo cultural aún cuando sus propiedades físicas materiales sigan siendo idénticas al de una piedra en una isla desconocida; Simondon parece estar más cerca de un análisis dialéctico de este fenómeno al explicar que la concreción de la artificialidad implica una red de artefactos interrelacionados, el merito de Simondon está en que no sólo ve objetos aislados sino una red de relaciones; nosotros, siguiendo la tradición marxista, debemos añadir que la creación de artefactos expresa no sólo un aspecto de una cadena de producción que se globaliza con el capitalismo en una extrema división mundial del trabajo (una red de objetos interelacionados), además esa red expresa la red de relaciones sociales, es producto de un “nudo” de relaciones sociales de producción históricamente determinadas; pero quizá lo más asombroso es que la relación inversa también es verdadera, a saber: la evolución de lo técnico (fuerzas productivas) implica la transformación social del sujeto, así el hombre transforma la naturaleza en valores de uso determinados que expresan determinadas relaciones sociales y esa transformación cambia con el tiempo esas propias relaciones y al hombre mismo. La complejidad concreta de este fenómeno histórico no puede reducirse a la descripción de objetos aislados, después de todo, como señala Hegel, lo concreto es concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones.

La transformación técnica del mundo explica la transformación del animal en hombre, en concreto explica el proceso de hominización, esta transformación inversa es asombrosa: de manera muy simplificada, con el objetivo de poner de relieve la óptica correcta del marxismo y la ruta correcta dialéctica de Simondon, podemos decir que la historia del surgimiento humano se comprende en relación con las revoluciones tecnológicas que transforman al mono en hombre. Desde hace más de 4 millones de años, cuando aparece el Australopithecus, hasta hace unos dos millones de años dominan las leyes de la biología para explicar el comportamiento y la vida de estos ancestros nuestros, sin embargo, su transformación hacia la ruta humana se debe, fundamentalmente, a la fabricación de herramientas posibilitadas por la liberación de la mano y la postura bípeda; el género homo se define por su relativa independencia de pautas biológicas a favor de patrones culturales determinados por la base material de producción, especialmente por su capacidad de fabricar herramientas específicas; el primer paso que nos separa del reino animal se dio con las primeras herramientas de piedra (conocidas como técnica olduvaiense) que fueron legadas por el homo habilis hace unos dos millones de años; la interacción entre el hombre y sus fuerzas productivas, por un lado, y la naturaleza cambiante por el otro, nos lleva, con el homo ergaster y el homo erectus, al siguiente salto hace poco más de un millón de años con una tecnología superior (tecnología acheliense) y con la domesticación del fuego; hasta este punto lo más probable es que las fuerzas productivas obligaran a estos hombres prehistóricos a ser carroñeros más que cazadores constituyendo el periodo histórico conocido como paleolítico inferior o fase inferior del salvajismo; las mismas contradicciones que nos llevan del habilis al erectus nos llevan del erectus al los sapiens-arcáicos, especialmente al neandertal (hace unos 300 mil años), los cuales con una tecnología superior (conocida como técnica levalloisiense o musteriense) comienzan a demostrar una capacidad de simbolización y abstracción propiamente humanos y, específicamente con los neandertales, la capacidad de conquistar los climas helados de la última glaciación y a la caza de presas mayores como los enormes mamuts, abriendo el paleolítico medio o fase media del salvajismo; el final de la glaciación (fin del pleistoceno) somete a prueba a estos protohumanos de los cuales surge triunfante el sapiens-sapiens que ya había surgido y cohabitado con las sapiens arcáicos hace más de 100 mil años demostrando una capacidad de adaptación tecnológica con la que no contaban las otras especies humanas. Es nuestra propia especie la que da el gran salto cultural hace unos 40 mil años durante el apogeo del comunismo primitivo y con el surgimiento de una diversidad tecnológica sin precedentes que muestra todo el potencial del modo de producción comunista de la edad de piedra representando el paleolítico superior o fase superior del salvajismo; esplendor bruscamente interrumpido, hace unos 13 mil años, por el corto periodo mesolítico que prepara finalmente a la trascendental revolución neolítica hace unos 12 mil años donde entramos al periodo conocido como barbarie.

El surgimiento de las clases sociales y, posteriormente, el estado (fenómeno conocido como civilización) nos muestra, por otro lado, un punto de inflexión decisivo impulsado por primera vez hace unos 12 mil años fundamentalmente por con la llamada “revolución neolítica” o el surgimiento de la agricultura y la ganadería. Éste salto brusco en la historia nos muestra de manera muy clara y diáfana el papel del desarrollo de las tecnología (fuerzas productivas) en la transformación de las relaciones sociales y del conjunto de la superestructura social; representa una de las confirmaciones más espectaculares de las ideas fundamentales del materialismo histórico. Este salto resulta clave pues se puede estudiar de una forma “químicamente pura” el surgimiento de las clases sociales con todas sus repercusiones en todos los aspectos de la cultura; proceso que comienza con el surgimiento de jefaturas y termina, hace unos 6 mil años, con el surgimiento de un monstruo llamado estado, y con éste nace la escritura, la arquitectura, la filosofía, la astronomía, la religión.
Hemos hecho este repaso de la prehistoria humana porque muestra hasta qué punto la creación de artificialidad nos crea a nosotros mismos en el terreno físico, cultural, social. El hombre no sólo crea un mundo cultural, transforma humanamente el mundo transformándose a sí mismo.
ATTE: David García Colín (no se porqué demonios mi nombre aparece como SUTIEMS en el Blog). Saludos a todos

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